Nuestro seminarista Antonio comparte con nosotros la meditación correspondiente al segundo miércoles de Pascua.
Miércoles II de Pascua (22-4-20)
“El que obra la verdad se acerca a la luz”
¿Has pensado que harás el día que esto acabe? ¿Cuál será tu primera acción? ¿Quizá darnos besos, abrazos, visitar familiares, amigos…? ¿O quizás deberíamos dirigirnos a Dios? Si, dar gracias a Dios por este tiempo, detenernos ante su luz cegadora, la luz de la verdad que ilumina todo este tiempo. Es la luz a la que ha dirigido Jesús a Nicodemo, a la que nos ha dirigido tras el Triduo. Te invito a que tomes tu Biblia y vuelvas a rezarlo entero (Jn. 3, 1 – 21). Detente y escucha ¿no lo ves? Vuelve la mirada atrás, al Triduo Pascual, a la entrega del Señor. ¿No es igual?
En la noche habla con Nicodemo: “Tenéis que nacer de nuevo”. Desde esta noche nos está invitando a renacer en Él. En la oscuridad se manifiesta con claridad la luz que brota de la cruz en la que va a “ser elevado el hijo del hombre”. De hecho, ya lo hizo, y no fue para oscurecerse sino para portar la incoherencia de la luz del Resucitado y convertirse en signo de contradicción. Unos se dirigirán a Dios y pensarán ¿La muerte
ha sido fuente de vida? ¡No! Renegarán, volverán a su vida sin sentido, a celebrarlo yéndose de fiesta… Otros seguirán igual de pasmados. ¿Y nosotros?
Dice San Francisco de Sales que cuanto más bellas son las cosas, agradables a la vista y debidamente iluminadas, con más ardor las contempla el ojo, pero este no puede soportar sus excesos, por eso no soporta mirar fijamente al sol. Este tiempo ha sido un exceso para todos. “El que obra el mal detesta la luz, y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras”. La cerrazón del corazón, el seguir pensando que mi salud está por encima de mi pecado (si es que me planteo el pecado), mi comodidad frente a la compasión del mundo… nos escandaliza ante la invitación a renacer de nuevo. Nosotros debemos dar gracias al Padre porque entre la cruz y nosotros clavó a su Hijo para redimirnos, y así, “el que obra la verdad se acerca a la luz”. Detente y medita ¿Te voy a dar gracias, Señor? ¿Puedo o no puedo? ¿Por qué? No sabemos que fue de Nicodemo, pero él buscaba la comunión con el Padre que pasaba por hacer su voluntad, que no es otra cosa que encontrar su mano en medio de todo lo que acontece.
Antonio, seminarista
Descargar: Meditación Miércoles II Pascua.pdf
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