Meditación correspondiente al sábado de la Octava de Pascua ofrecida por nuestro seminarista Antonio.
Sábado Octava de Pascua (18 – 4 – 2020)
“Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación”
“Se apreció Jesús a los Once cuando estaban a la mesa…” ¡Qué bonito! “…Y les echo en cara su incredulidad y dureza de corazón porque no habían creído a los que lo habían visto resucitado”. ¿Cómo? Estoy esperando verte, oírte, tocarte… ¿Y me reprendes?
Quieras o no, la incredulidad está en tu corazón. ¿Te das cuenta de la locura que tu fe confiesa? Si Cristo ha resucitado, nada nos podrá apartar del amor de Dios: ni la tribulación, ni la angustia, ni la persecución, ni el hambre, ni la desnudez, ni el peligro, ni la espada… Nada. Por Cristo tu vida ha sido llevada a la plenitud. Pero aun hay incredulidad en tu corazón y el Señor te lo echa en cara. ¿Qué padre no corrige a sus hijos? ¿Qué maestro no reprende a sus discípulos? El Señor te corrige, pero se te ha tenido que aparecer para decírtelo ¿No es maravilloso? Cree en Él.
Es verdad que le negamos, pero los primeros que le abandonaron luego salieron a anunciarlo. Tienes una misión, atiende: “Id”, todos nosotros, sin excepción, también tú. “Al mundo entero”, a donde Dios te llame y en la vocación que Él quiera. “Y proclamad el Evangelio” con tus palabras y tus obras que, unidas a tu fe, son el testimonio que ve el mundo, los frutos por los que os conocerán. “A toda la creación” tanto al que lo rechaza como al que lo espera sin pedirlo o al que no te atreves a anunciárselo.
Esta es tu misión, para esto te prepara el Señor en la Pascua, para llevar el mensaje de que “en la vida y en la muerte somos del Señor”, que deis “siempre gracias a Dios Padre por todo”, que, con el sufrimiento, la enfermedad “completo en mi carne lo que falta a los padecimientos de Cristo”. Pídele al Señor la fuerza que se realiza en la debilidad, para que tu nada sea instrumento que lleve el todo que es Cristo.
Antonio, seminarista
Descargar: Meditación Sábado Octava de Pascua 2020.pdf
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