Nuestro seminarista Rafael comenta con nosotros la meditación para el día de hoy, quinto lunes de Pascua.
Lunes V Pascua (11-5-2020)
“Señor, ¿qué ha sucedido para que te reveles a nosotros y no al mundo?”
¿Por qué a mí y no a otros, Señor? “El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él”. Pues sí, es un misterio inmenso el de todo un Dios que ha salido a mi encuentro. Y más inmenso aún que yo lo haya acogido, por no hablar de que él, por amor, haya querido vivir dentro de mí.
Pero este misterio de amor no me lleva nunca a la comodidad. Por el contrario, si es verdadero, me llevará a preocuparme por aquellos que aún no lo han vivido, y a desear que ellos mismos lo experimenten. Esto comienza por la oración, cuando van entrando en ella las personas que aún no han gozado de la presencia del Señor en sus vidas.
Y tampoco puede llevarme a la vanidad. Si reconozco lo pequeño que soy para recibir este don, si me doy cuenta de que todo es gracia, nunca buscaré que otros “me hagan caso”, o “convencerles”, o que me llamen “apóstol”. No, sino que desearé, por encima de todo, que Dios sea conocido y amado, que otros puedan gozar de su amor, y que yo no sea más que un pobre siervo. Y así, anunciando el Evangelio, podré exclamar con el salmista: “No a nosotros, Señor, no a nosotros, sino a tu nombre da la gloria”.
Rafael, seminarista
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